El placer de conducir por estas tierras es sublime, desde el veintitrés de diciembre por la mañana hasta esta tarde día veintiséis que he parado en un pueblo perdido en una sierra prelitoral al norte de Agadir, habré conducido unos mil quilómetros íntegramente por carretera, por desiertos de dunas, por estuarios llenos de aves zancudas descansando en sus viajes de migración, por carreteras junto a la costa con largas playas solitarias o plagadas de surfistas buscando las mejores olas o acantilados que desafían la gravedad, donde el mar impactan con la fiereza que muestran estos días las aguas del Atlántico, la luz es especial en estos parajes del Sáhara, hay momentos que paro para deleitarme con el paisaje y quiero fotografiar momentos y eso se hace imposible, hay tantas imagenes que al mirarlas por el objetivo pierden la esencia, y no soy capaz de reproducir la belleza que observo, será el olor, el viento y todo lo que percibo con mis cinco sentidos que genera una imagen en mi cerebro tan hermosa que la cámara es incapaz de reproducir. A estos parajes hay que añadir todo lo que me transmite cada pueblo y ciudad, he de reconocer que los mercados y bazares me hipnotizan, me paso horas paseando por sus pasillos que a menudo son laberintos oscuros o llenos de luz, las tiendas con la radio puesta donde alguna melodía autóctona suena son pura magia, y tè, en todas las trastienda ves que toman té, al lado del mostrador en cualquier lado ves la tetera.No se que es exactamente, el olor, el aura de la gente, o lo que cada objeto o verdura me cuenta pero me hacen sentir muy bien, mi mente entra en modo " silencio" y me pasan las horas volando, tomando té en lúgubres pero mágicos lugares, comprando pan,fruta o dátiles que son dulces como la miel, también me encantan los salones de afeitado, si he de ser sincero nunca he llevado la barba tan bien arreglada pues después de afeitarte, se dedican a retocarte a la perfección cada pequeño detalle y nunca olvidan cortar todo vello que vean en Las mejillas o las orejas, después masajean con loción y crema hasta dejarte echo un Dandi, y esto por unos veinte Dirhams, unos dos euros.
Cada dia está lleno de pequeños detalles que me hacen sentir vivo y si a esa sensación le sumamos la ausencia de cualquier noción del tiempo la formula final acaba siendo simple y pura paz, que me llena la mente y el corazón. En este viaje no solo estoy descubriendo un camino interior, estoy aprendiendo a disfrutar del puro echo de viajar, de sentirme feliz de poder disfrutar de cada instante que el momento me obsequia y eso amigos míos, es como dice un buen amigo mío, " Autenticamentedeputamadre".
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