El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señarlarlas con el dedo (Cien años de soledad, Gabriel García Marquez)
Creo que sí existe un dios, está mañana ha decidido ser el quien me diera los buenos días, pues entredormido he creido oir su voz y parece ser que no soy el unico que le tiene presente, pues al mirar por la ventana, veo gente arremolinarse junto a la furgo, que sucede? Y la realidad que nunca miente me descubre que son los feligreses que van a las siete de la mañana a la mezquita y que la voz que oí justo antes de despertar era el megáfono de la Mezquita por donde el Iman llama a su "rebaño" a la oración. Tanamar, lugar donde he dormido es un pequeño pueblo de interior en el que un turista es un ovni, solo cae alguno de vez en cuando como es mi caso, así que ya que hoy he madrugado y a setenta kilómetros de aquí está Essaouira, uno de los lugares que me recomendó Laurent, me pongo al volante y conduzco llenandome de lo que veo hasta que sobre las nueve llegó a la ciudad que tiene una playa que no tiene fin, y además con la marea baja su anchura es inmensa, así que aparco para probar por enésima vez en los últimos tres días, a ver si puedo encontrar la manera de poder pasear por la orilla, cosa arduo difícil con la silla, pero ya sabéis que en este viaje el destino está de mi parte y hoy por fin lo conseguí. Encuentro una rampa buena que da a un tramo de unos cinco metros de arena susceptible de quedar enganchado y a continuacion una gran playa de arena humeda que seguro me permuta rodes, así que bajo a toda pastilla por la rampa, cruzo serpenteando la arena blanca y !! SI !! lo consegui.
No hace falta que os diga lo relajante y hermoso que es andar por la playa, escuchar como rompen las olas y la brisa te trae ese olor inconfundible del mar, y hoy lo he podido hacer durante más de una hora y unos diez kilómetros, solo por este placer esta justificado el viaje, me hace volverme a sentir yo mismo, incluso un punto donde llegan las aguas de un río, le he echado valor y lo he cruzado, alargando el trayecto al máximo, ha sido el mejor regalo que podía soñar.
Después he decidido visitar la ciudad, es otro mundo pues este lugar es un destino turístico en la mayoría de paquetes de viaje a Marrakech y es "turistilandia ", pero la Medina es preciosa y dejarte perder por los callejones recónditos es una auténtica maravilla, el mercado es bastante auténtico pero está rodeado por centenares de comercios exclusivamente dedicados al turismo. Todo y así, descubro un minúsculo establecimiento, donde no se ha echo una reforma en los últimos cincuenta años, donde en un papel pegado en el cristal anuncian Couscous a treinta dirhams, así que desde la puerta pues es tan pequeño y estrecho que en su interior no puedo girar col la silla , pido mi plato que atentamente otro cliente me lleva a la unica mesa que hay fuera, buenísimo de verdad, y además el primer couscous que como en este viaje, después paseo y siesta, y ya ahora, sentado en una terraza junto al mar, acabo estas lineas para segrestar a la playa y disfrutar de la puesta de sol
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