Seas quien seas, hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa es porque este deseo nació en el alma del universo. Es tu misión en la tierra
(El Alquimista, Paulo Coelho)
El Atlas es la única formación alpina de África, empieza al norte de Marruecos y va descendiendo durante dos mil quinientos kilómetros serpenteando por el centro del país y desde Marrakech se ven perfectamente sus altas cumbres que sobrepasan los cuatro mil metros de altura. La carretera hacia las montañas es un verdadero espectáculo pues empieza por zonas desérticas y va ganando altura así como va canviando el paisaje, por tierras de cultivo cuidadosamente aradas aún con tiros de Caballos y arados de madera, los rebaños de cabras y ovejas se ven por doquier y hoy que es domingo, los niños sol los que al tiempo que pastorean el ganado, juegan con los cabritos más pequeños, este es el Marruecos del que me enamoré y no Marrakech que es destino imprescindible pero no es ni mucho menos la realidad de este fantástico país.
La carretera se empieza a adentrar en profundos valles y las montañas nevadas parecen querer cerrarme el paso hasta que llego al pueblo de Imlil, en la cabecera de un valle rodeado por altas montañas, es el Chamonix del Atlas, pero muchísimo más rural y pequeño. Donde hay docenas de gîte d'étapes o albergues donde dormir, y docenas de microbúses y mulas, muchas mulas cargadas con los enseres de los turistas y algunos alpinistas que toman la pista de subida que llega hasta el pueblo que hace de campo base del Toubkal.
Con la Batec he subido unos tres quilómetros por asfalto y después otros tres más o menos por pista, en la que he necesitado la asistencia de varios voluntarios para superar algunas rampas imposibles para mi, un grupo de franceses y su guía me han ayudado en la parte alta de la pista y en un pequeño pueblo del que desconozco el nombre, he dado por acabado mi periplo pues algunas rampas han sido complicadas tanto de subida como de bajada y he estado a punto de volcar en un mal punto, pero que he disfrutado como un camello aunque ahora me duelan los codos de darle duro a las ruadas en las cuestas.
No me puedo quejar pues el día a día nunca me deja sin buenos momentos en los que puedo dar gracias a la vida, momentos sencillos como ahora mismo que justo he acabado de cenar un asado de carne acompañado de arroz, judías, y ensalada, y llegan dos minibuses cargados de críos que se alborotan tomando sitio para cenar, y se pelean para ayudarme a enganchar la Batec a la silla, mientras me preguntan a cómo me llamo, de donde soy o de donde he salido, pura vida 😉❤
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